Riesgos y protección del abuso sexual infantil
- Vacuna verde Programa psicosocial y artístico
- 19 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Por Cristhiam Álvarez
Una de las «vacunas» que proponemos en #VacunaVerde es la protección; es decir, tratar de reducir al máximo las situaciones o condiciones que exponen a las personas menores de edad a mayores probabilidades de sufrir #abusosexual. Hay acciones concretas que todas las personas que estamos en contacto con menores de edad podemos poner en práctica, por ejemplo, mantener comunicación abierta, clara, respetuosa y –sobre todo– honesta, así como identificar señales de alerta como cambios en el estado de ánimo o la conducta, supervisar el uso de la tecnología y el internet o aplicar la regla de «dos personas adultas».
Ahora bien, los riesgos de #abusosexualinfantil son múltiples: los podemos encontrar a nivel individual, comunitario y social, y en las relaciones que tienen las personas menores de edad en cada una de esas interacciones de su vida diaria. En ese sentido, es importante hacer una diferencia: existen riesgos que pueden hacer que una persona menor de edad sea víctima de ASI y también existen situaciones o condiciones que aumentan el riesgo de que una persona abusadora cometa el delito. El siguiente cuadro (traducido de Together For Girls) resume los distintos tipos de riesgos en cada ámbito de la vida.

Ahora bien, a pesar de que estamos frente a una problemática bastante compleja, cuyos riesgos están presentes en distintos ámbitos, también existen muchas formas de prevenir las situaciones de abuso sexual infantil. En #VacunaVerde nos adherismo al modelo INSPIRE de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que propone siete estrategias para prevenir la violencia contra las personas menores de edad (incluyendo la violencia o abuso sexual infantil):

1. Aplicación y vigilancia del cumplimiento de leyes: estas acciones le competen a los sistemas judiciales y legales de cada país y están relacionadas, en el caso del ASI, con leyes que penalicen el abuso sexual y la explotación de personas menores de edad, pero más allá de que exista la ley, que también existan los mecanismos y reglamentos para su ejecución.
2. Normas y valores: se refiere a cambios de actitudes y patrones culturales que están enraizados en las creencias y prácticas de las personas en cada sociedad para luchar, por ejemplo, contra la legitimización de relaciones impropias entre personas adultas y menores de edad o contra la falta de cultura de protección para niños, niñas y adolescentes. Este es un ámbito de acción para distintos sectores sociales como el de salud, educación y bienestar social.
3. Entornos seguros: con el fin de construir lugares y espacios «amigables» con la niñez y la adolescencia y, sobre todo, que no toleren la violencia –de ningún tipo– contra las niñas, los niños y personas adolescentes y que se vuelvan espacios o entornos protectores de cualquier forma de abuso (incluido el ASI); construir entornos seguros significa, entonces, que los lugares donde conviven las personas menores de edad (incluyendo la familia) adopten prácticas para protegerles.
4. Apoyo a madres, padres y personas cuidadoras: sin duda es un factor de protección decisivo y fundamental pues si en los entornos familiares las personas adultas responsables entienden los riesgos del ASI y conocen cómo abordarlos, pueden reducir las probabilidades de que una persona menor de edad sea víctima de abuso sexual infantil, así como crear ambientes y relaciones positivas y saludables, libres de violencias.
5. Ingresos y desarrollo económico: empoderar a las familias y asegurar que las personas menores de edad reciben el derecho a la educación es una inversión que tiene sus recompensas en todas las dimensiones de la vida y que son clave para reducir las violencias. Este factor de protección está directamente ligado con uno de los principales riesgos de ASI: la pobreza.
6. Servicios de respuesta y apoyo: las personas menores de edad deben tener acceso a servicios públicos de asesoramiento tanto para la prevención como para el manejo de casos de ASI. Si la persona menor de edad ha sido víctima de ASI, la meta es reducir al máximo los posibles efectos e impactos del abuso en el largo plazo y para ello se debe contar con acceso a los servicios de salud y asistencia social.
7. Educación y habilidades para la vida: tanto los programas de educación formal como no formal son efectivos para desarrollar habilidades de protección en las personas menores de edad que les ayuden a prevenir el abuso sexual infantil y protegerse de sus consecuencias (como el embarazo o las infecciones de transmisión sexual). Para esto, es crucial que los entornos educativos sean amigables con la niñez y la adolescencia y les protejan.
En cada una de esas siete estrategias, todas las personas podemos colaborar, desde donde estamos y con lo que tenemos, para proteger a las personas menores de edad del ASI. Juntos y juntas podemos erradicar la pandemia del #abusosexualinfantil!
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