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Salud mental: ¿qué tiene que ver con el ASI?

Actualizado: 13 oct 2020

Por Cristhiam Álvarez


La salud es un estado completo de bienestar que incluye las dimensiones física, mental y social de una persona, y que va más allá de la ausencia de enfermedades; es decir, una vida saludable incluye prácticas para prevenir posibles afecciones o daños, pero también para fortalecer nuestros vínculos y vida social, así como ejercitar nuestra mente. Desde esa definición, la salud mental se enfoca en el sentimiento de bienestar a partir de nuestros pensamientos, emociones y acciones, y en prevenir posibles trastornos o tratarlos si se identifican. Al igual que el cuidado físico que debemos tener con nuestro cuerpo, también debemos cuidar nuestra mente.

Para mantener la salud mental, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda, por ejemplo: hacer ejercicio, comer sano, buscar ayuda profesional si es necesario, hablar de los sentimientos con alguna persona de confianza, dormir al menos ocho horas al día, y disfrutar de paseos con la familia o amistades. A simple vista, parecieran consejos muy simples e incluso de sentido común; sin embargo, las estadísticas globales indican que hay algo que nos está haciendo falta. Según la Confederación de Salud Mental de España, los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo para el 2030. En la actualidad, los problemas de salud mental superan a otras enfermedades como el cáncer y los problemas cardiovasculares, y se estima que el 50% de los problemas de salud mental en las personas adultas inicia antes de los 15 años (y el en el 75% de los casos antes de los 18), y desafortunadamente cerca de 800 000 personas al año se suicidan en el mundo.

Para una persona sobreviviente de #abusosexualinfantil, la salud mental se vuelve un tema especialmente importante de trabajar. Una gran mayoría de las secuelas del ASI en las personas adultas tienen que ver con problemas o trastornos de salud mental y, en muchos casos, las personas no identifican que su salud mental está comprometida. Cuando un niño o una niña es víctima de abuso sexual, hay una serie de síntomas y consecuencias en el corto plazo (algunos se pueden observar, otros no); en esta entrada de nuestro blog hablamos sobre algunas de esas «señales» y sobre qué hacer ante su aparición. Pero el #abusosexualinfantil no termina en la infancia, existen muchas secuelas o consecuencias a largo plazo que la persona seguirá manifestando en su vida adulta y por eso es importante buscar ayuda profesional (aun cuando considere que se siente «bien» y que ya «superó» el abuso). La persona profesional en psicología es la indicada para identificar el estado de salud mental general de una persona sobreviviente de ASI.

Esas consecuencias a largo plazo pueden ser físicas, emocionales, sexuales y sociales. Por ejemplo, en la dimensión física pueden surgir dolores crónicos, alteraciones del sueño, problemas gastrointestinales y desórdenes en la alimentación. En la dimensión emocional, pueden surgir trastornos como depresión, ansiedad, estrés postraumático, baja autoestima y dificultad para dar o recibir afecto. Asimismo, en la dimensión sexual, las personas sobrevivientes de ASI, pueden desarrollar fobias o aversión sexual, falta de satisfacción sexual o alteraciones en su motivación y deseo sexual, así como problemas relacionados con el orgasmo. Por otro lado, en sus relaciones sociales, las personas sobrevivientes pueden tener problemas interpersonales, aislarse de las demás personas (incluida su familia) y tener dificultades en la crianza de sus hijos o hijas (si tienen).

Por supuesto, no todas las personas sobrevivientes de #abusosexualinfantil reaccionan de la misma manera ni desarrollan todos o las mismas secuelas. El impacto que tenga el abuso en la salud mental de una persona va a ser el resultado de cuatro variables: por un lado, los recursos psicológicos con los que esa persona cuenta, su edad, sexo y contexto familiar; si una persona, por ejemplo, tiene una red familiar de apoyo sólida, es posible que pueda afrontar el abuso de manera distinta a una que no tiene ese apoyo. El impacto también dependerá de las características específicas del abuso (la frecuencia de los abusos o agresiones, su severidad y violencia) y de la relación que la víctima tenía con la persona abusadora (nivel de intimidad y confianza), así como el descubrimiento del abuso; es decir, qué reacciones hubo en la familia, entre las amistades, profesores, o las personas que se dieron cuenta de la situación.

Las consecuencias del #abusosexual en el corto plazo pueden ser devastadoras para un niño o una niña y para su salud mental; esas consecuencias –si no se tratan oportunamente– se convierten en secuelas que perseguirán a la persona toda su vida y le afectarán en todas las dimensiones (laboral, familiar, profesional, personal). Por eso, en #vacunaverde insistimos en la importancia de la «vacuna» número 6: apoyar a las personas víctimas o sobrevivientes de abuso sexual infantil para que puedan trabajar las secuelas particulares que el abuso dejó marcadas en ellas y restablecer su salud mental. Si sufriste abuso sexual en tu infancia y considerás que «todo está bien», te invitamos a consultar con una persona profesional en psicología para confirmar que todo esté bien con tu salud mental.

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